
El gobierno venezolano acusó a Estados Unidos de querer “instaurar una guerra en Latinoamérica y el Caribe”, tras el despliegue de fuerzas aeronavales del país norteamericano en aguas caribeñas. El presidente Nicolás Maduro calificó la situación como una provocación para sacarlo del poder y aseguró que rendirse ante Washington es un “imposible histórico”.
En el aniversario del Comando de Defensa Aeroespacial Integral, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, señaló que Estados Unidos pretende enviar nuevamente “a sus jóvenes en bolsas negras”, en referencia a los conflictos armados previos. “Venezuela clama por la paz, pero no renuncia a su rebeldía”, afirmó el funcionario durante la ceremonia transmitida por el canal estatal VTV.
El alto mando militar denunció un sobrevuelo de aviones F-18 sobre el golfo de Venezuela, que calificó como un acto de intimidación. También condenó la incautación del buque petrolero Skipper, que transportaba casi dos millones de barriles de crudo de PDVSA, interceptado por la Guardia Costera estadounidense. A su juicio, la operación constituye una “violación flagrante al derecho internacional”.
De acuerdo con las autoridades de EE. UU., el buque operaba con una bandera falsa y había sido sancionado en 2022 por su presunta relación con el contrabando de petróleo iraní. El gobierno de Maduro rechazó la versión y acusó a Washington de cometer un “robo descarado” contra el pueblo venezolano.
El mandatario venezolano respondió con un mensaje desafiante: “Las mentiras y amenazas no funcionarán jamás contra nuestro país”. Caracas sostiene que el despliegue militar estadounidense en el Caribe no tiene fines antinarcóticos, como argumenta la Casa Blanca, sino que busca presionar políticamente al régimen chavista. En reacción, el país se mantiene en alerta y movilización militar permanente.